1º PREMIO
DAVID TORRES
4º ESO-B
4º ESO-B
TODOS
TENEMOS UN POCO DE QUIJOTES
En un lugar de Madrid cuyo nombre no puedo
acordarme, nací un 27 de Septiembre de 1987.
Soy don Diego de la Vega y esta es mi
historia:
Nací en una pequeña aldea de Madrid,
Fuenlabrada. Allí en el seno de una familia pobre y con pocas posibilidades me
crie. Cierto es que todo el pueblo en general carecía de grandes recursos
económicos, por lo que el entretenimiento de todo niño era usar su imaginación,
es decir, hacer de cualquier utensilio una herramienta de diversión. Todos los
jóvenes de este pueblo tenían eso, gran imaginación, ya que como dicen ``La
escasez agudiza el ingenio``. Sin
embargo, había casos en los que la mezcla de falta de recursos y demasiada
creatividad, daba lugar a lunáticos.
En el caso de mi amigo Daniel y yo, durante
nuestra infancia, estos conceptos se encontraban en ese límite entre la cordura
y la locura. Nos pasábamos las tardes diseñando, tanto juegos como inventos,
los cuales carecían de complejidad pero que por momentos aumentaban nuestra
ansía de llegar a ser grandes inventores,
Pasaron algunos años y mi compañero y yo
nos aficionamos a un programa de televisión de documentales, en los que
hablaban de animales marinos. Aparecían imágenes de todo tipo de criaturas. Fue
en ese momento cuando la cordura comenzó a desaparecer.
En el programa hacían alusión en
incontables ocasiones a criaturas que procedían de los fondos de océanos,
lugares donde no habían podido acceder de forma continua durante un largo
tiempo para poder realizar investigaciones. Ese fue el motivo por el que la
vida de mi amigo y yo sufrió un giro de ciento ochenta grados.
Al cumplir ambos dieciocho años y con el
poco dinero que teníamos procedente de todos los ahorros de nuestras vidas,
decidimos embarcarnos en una viaje, en una aventura que nos llevaría a
Amsterdam, lugar donde se encontraba el Centro Nacional de Investigación
Marina(CNIM).
Al llegar allí nos alojamos en una hostal y
decidimos buscar trabajo para poder mantenernos a nivel económico durante
nuestra instancia allí.
Sorprendentemente, encontramos trabajo como
limpiadores en el zoo, concretamente limpiando los hábitats de los animales
acuáticos. La vida nos acercaba a nuestro objetivo.
Tras dos semanas, por fin pudimos cumplir
nuestro cometido, presentar en el CNIM nuestro proyecto sobre el diseño de un
nuevo submarino que tendría la capacidad de llegar a los fondos oceánicos y
mantenerse allí indefinidamente.
Les explicamos detalladamente como a lo
largo de nuestra adolescencia habíamos investigado, que materiales usar, que
estructura poner… Increíblemente y aun viendo que el proyecto les llamaba la
atención, lo rechazaron poniendo como excusa principal que éramos unos críos y
que no teníamos ninguna posibilidad de que nadie aceptara el proyecto.
Tras varios intentos, en cada uno de los
cuales hacíamos algún cambio esperando tener un resultado distinto, en ninguno
aceptaron nuestra propuesta.
Mi amigo al final tomó la decisión de
abandonar la idea, aunque se quedó viviendo en Amsterdam para apoyarme hasta
que me rindiera. Yo por el contrario, seguí probando. Pasaba noches sin dormir,
no comía, no salía, de hecho mi vida se basaba en ir al trabajo, volver y
seguir trabajando en el proyecto.
Era tal la locura que alcancé en estos años
que, ahora ya no veía coches sino que veía submarinos. En vez de ver edificios,
veía grandes aglomeraciones de corales como si fueran arrecifes gigantes. Ya no
distinguía la realidad de lo irreal.
A pesar de que siempre conté con el apoyo y
la ayuda incondicional de Daniel, mi sueño no lograba cumplirse incluso este
objetivo fue el que un día casi supone mi muerte.
Un buen día, íbamos Daniel y yo al trabajo,
como de costumbre en coche. Ese día decidimos tomar una ruta distinta y a mitad
de camino avistamos un lago. Mi idea de que iba en un submarino continuaba
vigente y en un arrebato decidí dirigirme hacia el lago.
Antes de que a mi compañero le diera tiempo
a reaccionar, el coche ya se estaba sumergiendo. Daniel logró salir a prisa,
pero yo no quería, no aceptaba el que me estuviera ahogando porque en mi cabeza
estaba en un submarino. Pero cuando el agua empezó a entrar en el coche,
finamente reaccioné y pude salir.
Tras una gran multitud de historias y
aventuras, de haber realizado investigaciones, de haber crecido algunos años,
logre que finalmente aceptaran mi proyecto.
Pensé que ahora que lo habían aceptado,
todo se había acabado, que esto tan solo me proporcionaría una remuneración
económica, algo que a pesar de ser positivo no era lo que yo pretendía, pero me
equivocaba.
Cuando terminaron de desarrollar el submarino
y tras varias pruebas, determinaron que estaba todo correcto, que funcionaba y
que por ello querían probarlo.
Yo estaba al corriente de esta sorprendente
noticia, y fue entonces cuando me
visitaron en casa unos agentes del CNIM. Me dijeron que la organización estaría
encantada de que yo fuera uno de los tripulantes de la primera expedición. No
me lo podía creer, iba a cumplir mi sueño, iba a poder ver animales y lugares
con los que llevaba toda mi vida soñando.
Tras este primer viaje, y viendo que había
finalizado sin ningún tipo de contratiempo, la organización decidió que me
contratarían, que me permitirían cursar estudios de biología marina y que al
finalizarlos yo sería el encargado de dirigir todas las investigaciones que se
realizarían con el submarino. Mi locura continuaba pero por suerte mi sueño se
había cumplido.
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