Álvaro García Horcajo
4 ESO/ A
EL CIRCO DE LOS HORRORES
Alto Vinalopó , comarca de
Villena y escenario donde me
ocurrió esta historia macabra y diabólica que a continuación narraré para que los
verdaderos hechos de lo ocurrido salgan la luz y para que se sepa que no hay
que dejarse llevar por las apariencias
Ahora, voy a remontarme unos
cuantos años atrás.
1657
D.C , pleno siglo XVII . Yo era un joven de 23 años hijo de un humilde
campesino con no más aspiraciones que seguir los pasos de mi padre ya que no
podía optar a más estando sometidos al marqués de Villena, Juan Manuel
Fernández Pacheco, un tirano al que le debíamos dar una gran parte de la
cosecha mensual. Yo trabajaba en palacio como jardinero.
Mi relación con el
marqués no era muy buena la verdad, ya que sabía que mi padre había tenido un
romance con su difunta esposa y yo y mi hermana melliza Marta, fuimos el fruto de ese romance.
El marqués, me miraba
con resentimiento, un resentimiento que
no pudo explotar contra nosotros
debido a un decreto real solicitado por la marquesa antes
de su muerte ya que el rey de España, en esa época, era su hermano.
Un día en el que había poca
gente en palacio por ser era un día de fiesta, me disponía a abandonarlo,
cuando llegó un carruaje negro, sombrío y misterioso.
Salieron
unos hombres comunicando que llegaría un circo a la comarca.
En la noche, cuando
llegué a mi casa se lo comenté a mi padre y a mi hermana . Marta estaba
emocionada porque tenía muchas ganas de ver un circo pero por el contrario, a
mi padre no le gustó tanto la noticia,
El circo llegaría el
domingo por la mañana para que estuviera listo para las fiestas de la comarca
que empezaban el lunes.
Pasaron los días hasta que llegó el domingo y
llegaron muchos carromatos. De repente, de un carromato bajó una mujer, una hermosa y joven mujer de ojos azules con un largo
cabello negro que no me quitaba la
mirada ni yo a ella. Sin pensarlo dos
veces me acerqué a ella y la ayude a cargar unas pesadas cajas .Su nombre era
Vania y era la hija del director del
circo; Varón con una larga barba, un parche en el ojo izquierdo y una cicatriz
ondulante que le recorría la cara de
arriba abajo .
Al ir distraídos hablando, se me cayó
una caja que parecía por cómo estaba cerrada, que llevaba algo de valor dentro.
Vania recogió la caja y mostró una llave que llevaba colgada en el pecho a modo
de colgante. De ella, sacó una muñeca de porcelana de un metro de alto que, aunque parezca una broma, sentía que me
miraba penetrantemente como si llegase a verme el alma.
Ante la escena, su
padre, se acercó a nosotros dos y sin soltar palabra, agarró fuertemente del
brazo a Vania y se la llevó a ella y a la muñeca hacia dentro de un carromato.
A la hora de la comida,
estuve hablando con mi hermana sobre Vania y me comentó que ella también había
conocido a alguien del circo, un
apuesto muchacho llamado Alexey . Mi padre no afrontó la
noticia demasiado bien, es más, le prohibió a Marta verle ya que mi padre la
sobreprotegía.
Una vez emergida la noche
me disponía a salir de mi casa para ver a Vania cuando alguien que tocó mi
espalda, me paro en seco. Era marta, quien quería venir conmigo sin que se
enterara nuestro padre que yacía dormido sobre la cama después del tanque de
vino que se había tomado. Yo acepté ya que supuse que ella tenía tantas ganas
de ver a Alexey como yo a Vania.
Llegamos a las carpas y nos
dividimos, ella se fue hacia dentro y yo dirección a su carromato. Llamé suavemente a la
ventana, lo justo para que no se despertara su padre. Sorprendida por mi
visita, salió a fuera y acepto ir a dar un tranquilo paseo por el pueblo.
Luego, me olvidé de mi hermana y me fuí.
Desperté con los ruidos que
propiciaban los pasos de mi padre por el piso de arriba de un lado a otro del
pasillo. Me levanté rápidamente con cierta curiosidad. Escuché gritar a mi
padre el nombre de mi hermana varias veces mientras salía de mi habitación , y
entonces, aceleré el paso.
Subí corriendo la escalera y pude
ver el rostro de preocupación de mi padre tras comprobar que mi hermana no se
encontraba en su habitación. Para él, era una cosa extraña ya que marta siempre
había sido muy responsable y nunca había salido de casa sin avisar y menos por
la noche.
En ese momento, no me atreví a
contarle que me la llevé por la noche y no me encargué de traerla de vuelta.
Lógicamente, me sentía culpable de su desaparición.
Mi padre salió como loco a
buscarla y me pidió que le acompañara, cosa que no dude en ningún momento.
Teníamos un problema, bueno mejor
dicho dos: el primero, la desaparición de mi hermana y segundo el bullicio de
la gente producido por la gran inauguración del circo. Iba a ser prácticamente
imposible encontrarla ante tanta gente camino al circo.
Por un tiempo, mi padre, llego a
pensar que se había ido de casa temprano para coger buen sitio en el
espectáculo. Ante tal pensamiento, decidimos ir nosotros también al circo para
buscarla y por lo menos para divertirnos. Una diversión que a mi me costaría
encontrar por la culpa que me invadía. Nada, no estaba por ningún lado.
Volvimos a casa y mi padre se fue
a dormir, pues estaba agotado después de todo el día buscar.
Pasaron
los días y a la vez más desgracias......diez muchachas vírgenes habían
desaparecido contando con mi hermana, quien seguía sin aparecer.
Me
puse serio con mi padre ya que estaba a punto del desmayo y únicamente repetía
: “no puede ser” y “ya están todas , la hora ha llegado”
Me explicó con la mirada
perdida que hace cincuenta y cinco años
, cuando él era niño, vivía en la villa un juguetero. Decían que era mágico y
que sus juguetes también lo eran. La oscura verdad, tenía un pacto con el
diablo que hacían a sus muñecos y muñecas atípicamente especiales. Pero no era
un simple juguetero.....en su tiempo libre violaba y asesinaba vírgenes. En su
décima victima lo descubrieron y le apresaron. El pueblo tomó la justicia por
su mano, lo ataron a un palo y lo quemaron vivo entre sollozos y gritos.
Mientras se quemaba, juró que volvería después de cincuenta y cinco años, su edad y tras el sacrificio de diez
victimas. Clavaron el palo con el cuerpo calcinado arriba del rocín, montaña
cercana a nuestra villa.
Pues bien, hoy se cumplía la fecha y ya han desaparecido las diez. Me
temía lo peor por mi hermana. Después de esta noticia fuí al circo. Era una
noche oscura, de luna llena, cubierta por una espesa niebla que dificultaba la
visión. Llegué al circo y busqué a Vania por todos lados, pero no estaba.
Entonces pensé que podría estar ensayando su número de los columpios en la
carpa grande. Me asomé por una franja abierta de la carpa y no sería capaz de
explicar lo que ví. Un escalofrío me recorrió de una punta a otra de la
columna. Mi cuerpo quedo petrificado ante tal situación. Un color tenue se apoderaba de la sala iluminada
simplemente por la llama de una bola de fuego rojo colocado sobre una
plataforma metálica suspendida en el aire y enganchada al techo con unas cadenas.
Había un círculo hecho por un gran número de personas formado por los
integrantes del circo dentro del cual
había un circulo más pequeño formado por 10 chicas a las cuales reconocí en
seguida. Eran las vírgenes desaparecidas entre las cuales estaba Marta.
Todo el mundo del círculo de
fuera llevaba una túnica blanca que les cubría todo el cuerpo y miraban hacia
dentro del círculo. Estaban de rodillas, en posición de oración y recitaban a
coro un tipo de canto invocativo que resultaba estremecedor. Las del segundo circulo estaban de pie,
desnudas y atadas de pies y manos con una mordaza en la boca. En el centro de
todo, un altar de mármol duro y de aspecto frío de color grisáceo con la famosa
muñeca de hace unos días colocada de manera vertical sobre el mismo.
Otro hombre encapuchado, pero
al cual le salía un barba de la túnica, fue fácil de reconocer sin necesidad de
verle la cara. Era el padre de Vania. Quitó la muñeca del altar , sacó una daga
de la túnica y se dispuso a matar a las
muchachas con un gran corte que iba de
un lado al otro del cuello . La sangre discurría por el altar hacia el suelo
donde se encontraba la ensangrentada muñeca, cubierta de la sangre que le caía
encima.
Faltaban mi hermana y otra
muchacha a la que repitiendo el proceso la hicieron lo mismo. Pero, había un
problema, no era virgen. Y es mas estaba embarazada. De repente, se fue la luz
del fuego, la muñeca empezó a brillar y una especie de corriente de aire negra
penetro en ella y se produjo una luz cegadora que nos descoloco a todos. Ya se
habían sacrificado las diez vírgenes ya que en el vientre había dos gemelas por
lo tanto dos vírgenes que murieron junto a su madre.
Cuando nos recuperamos de
la ceguera, la muñeca se había colocado sola, repito sola , encima del altar. La
muñeca, giro la cabeza hacia mí y rápidamente vinieron unos hombres y me
agarraron fuertemente.
Me llevaron al altar.
Después de eso perdí el conocimiento y hasta ahí recuerdo de esa noche.
Desperté en lo alto del monte junto a una hoja arrancada de un libro antiguo
que decía: “El mal está en ti”
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