lunes, 22 de agosto de 2016

I CERTAMEN DE RELATOS DE TERROR-2000 ROMÁNTICOS: ESCALOFRÍOS (SELECCIONADO)





                                          
                                               Patricia Márquez Romero
                                            4º E.S.O.  / B                       

ESCALOFRÍOS 


  Esto no es una narración fantástica, es tan solo una narración novelesca. ¿Es preciso deducir que, dada su inverosimilitud, no sea verdadera? Suponer esto sería un error-JULIO VERNE, el Castillo de los Cárpatos.

   Era media noche, la luna se encontraba en lo alto del cielo negro despejado, iluminando al completo el páramo desierto. Sin un alma viva que le observara el joven caballero se dirigía a las ruinas de lo que antes había sido una ilustre mansión.

   El hombre llegó a la puerta del lugar, había estado caminando durante días. Por ello al ver la casa abandonada pensó hacer una pausa en su camino y reponer fuerzas. Al abrir la puerta un hedor salió del interior de la sala producto de las décadas de abandono. El hombre decidió recostarse en un sofá, e investigar las estancias por la mañana. Transcurrió la noche despacio, escuchaba toda clase de ruidos que no le dejaban dormir; el viento chocando contra las antiguas ventanas y puertas, las ratas recorriendo los pasillos a su alrededor, pero lo más extraño de todo, no eran estos ruidos, sino la voz que el hombre escuchaba, como un grito lejano que no llegaba a comprender, pero a la vez era como si se lo estuvieran susurrando al oído.



 Quizá el hombre debería haberse marchado, haber seguido su camino y haber descansado en otro lugar que no fuera ese; Pero había algo en ese lugar derruido, algo que no le dejaba marcharse y que le empujaba a averiguar de dónde provenía aquel grito susurrado.

Se despertó horas después de que el sol saliera. Ahora de día, veía toda la sala amplia, compuesta de una gran alfombra lujosa debajo de un sofá viejo (donde se había recostado). Al otro lado unas escaleras, frente a la puerta principal pegada a ella una chimenea y encima

de esta un gran retrato de una familia compuesto por una mujer algo mayor avejentada por su expresión de tristeza, un hombre con barba y bigote, su marido, su expresión al contrario que la de su mujer era victoriosa, triunfante. Por último una joven cuya cara también aparentaba una profunda pena, pero era muy bella, de rasgos dulces y ojos verdes, las pecas le cubrían todo el rostro y el pelo le caía hasta casi la cintura. Era preciosa, en todos los viajes que había hecho el caballero jamás había encontrado alguien como ella. Un escalofrió recorrió el cuerpo del hombre.

    Decidió subir las escaleras. Las paredes de los pasillos estaban cubiertas de retratos, de gente de la familia, supuso. Pero ningún retrato de la joven de la chimenea. Pensó en no entrar en ninguna de las habitaciones, pero entonces la puerta del final del pasillo se abrió lentamente, imagino que sería a causa del viento, aunque en aquel pasillo no hubiera corriente. Camino hacia la habitación, el corazón se le aceleraba a cada paso, entro con cuidado, y  sintió su presencia antes de ni siquiera verla.



  Ahí estaba apoyada en la ventana, los rayos de sol atravesaban su cuerpo como si no fuera nada más que un haz de luz.  Su figura, a pesar de esto, se vislumbraba perfectamente, era preciosa, al igual que en el retrato de la pared. Era como un espejismo, pero ahí estaba delante suya. Se acercó a ella, la miró a los ojos y ella a él. La chica levanto la mano para tocar su rostro, pero cuando estaba a punto de rozar su mejilla desapareció, un escalofrió recorrió desde su mano hacia todo el cuerpo.

     El joven se quedó perplejo, no podía haber sido una alucinación, ella era real, no comprendía qué había pasado, era como si fuera… un fantasma

   Recorrió todos los rincones de la mansión, ya no tenía miedo, solo quería encontrar aquel fantasma que le había dado vida en solo un instante, salió a los jardines y siguió buscando sin perdida, recorrió los mismos lugares una y otra vez hasta que se puso el sol. Entonces cayó rendido, quizá nunca la volvería a ver. Sentía un extraño amor hacia ella, no entendía por qué pero lo sabía.

      Se fue a dormir exhausto de su búsqueda, esta vez a la habitación de la muchacha por si volvía a parecer.  Cuando entró en el cuarto, ahora oscuro, vio algo en lo que no había reparado antes, era un cuaderno, pequeño de tapa negra y dura. Fue a cogerlo y cuando lo agarró un escalofrió recorrió su cuerpo. Se acercó a la ventana con aquel libro. Era un diario, arriba de cada hoja estaba escrita una fecha de hace décadas. Sabía que era de ella no podría ser de otro. Comenzó a leerlo para averiguar más de su amada.

  


“Querido diario, Hoy es nuestro primer día en la casa del nuevo esposo de mi madre, estoy feliz por ella porque le he visto sonreír por primera vez desde que falleció mi padre, pero hay algo en ese hombre, algo muy malo.”

   “Querido diario, ya ha pasado un mes, tengo la sensación de que mi padrastro esconde algo”

   “Mi madre ha caído enferma, estoy muy preocupada por ella, creo que ha sido de tantas discusiones que tiene con ese hombre, no sé cómo le puede decir que le ama”

   “Querido diario, ya no escribo tan a menudo como antes, tengo todo el día ocupado, antes solo cuidaba de mi madre, ahora parece que también trabajo para él, cada vez que intento descansar me grita, dice que no quiero a mama, que no me esfuerzo suficiente para que se recupere…realmente le odio, pero le hago caso, todo sea por mi madre”

   “Mi madre se muere, hoy ha venido el medico a vernos y dice que se muere. No sé qué hare sin ella”

   “Hoy ha sido el funeral de  mi madre, mi padrastro se ha mantenido pasivo, como si no le importara. También ha pasado otra cosa me ha pegado, dice que todo ha sido por mi culpa”





  “Cada vez estoy peor, no quiero vivir, que esto se acabe ya, fue culpa mía, él tenía razón”

   Eso era lo último escrito, estaba triste y enfadado a la vez por ver cómo una dulce muchacha había muerto de pena culpa de un horrible hombre.

   Sintió un escalofrió.

   Delante suya se alzaba de nuevo  la imagen de que aquella chica. La miró a la cara, su boca se movía como si quisiera decir algo pero no tuviese voz. Entonces escuchó otra vez al igual que la primera noche ese grito susurrado, decía “sálvame”. El espectro desapareció delante de sus ojos.

   La joven quería que la salvara, pero ya estaba muerta, ¿y si quería que la ayudara a dejar esta casa para siempre? Así iría por fin con su madre. Pensó que quizá si averiguaba que era lo que realmente le había pasado a su enferma madre podría irse en paz.

   Se dirigió al que creía que era el despacho del padrastro, el cual había visto mientras recorría la casa ese día. Suponía que era el despacho por el gran retrato de un hombre que había delante de un escritorio de madera.

   Rebusco en los papeles de su escritorio, solo encontró documentos de ingresos y fichas de personales, el padrastro debía de haber sido jefe de una gran empresa. No encontró nada y decidió buscar en los demás armarios de la estancia, nada útil tampoco. Por vencido se dirigió a la puerta cuando vio la esquina de la mesa del despacho algo levantada, la forzó para que terminara de subir pero para su sorpresa no fue difícil. Había un pequeño compartimento con una carpeta y un par de folios.  Comenzó a ojear lo que había dentro, a medida que leía no podía creérselo, eran documentos sobre la chica de la casa, algo parecido a un documento psiquiátrico y otro judicial. Acusaban a la hija de haber matado a su madre declarando que sufría un trastorno de personalidad con  episodios violentos.

    Era imposible, debía haberlo cambiado el vil padrastro, la chica dueña del diario que había leído no era así. Lo descubriría.

  Buscó al espectro de la muchacha y le contó, enfadado, lo que había descubierto. Entonces ella se acercó a él como para besarle pero cuando estaba a punto algo cambió. La fantasma ya no estaba, él se encontraba en la misma sala, pero de día y con aspecto mucho más pulcro. Ahí estaba la chica, pero lucía diferente ya no parecía triste y ahora era…humana. No le veía, la chica comenzó a subir las escaleras asique la siguió, entro en un aposento, en la cama yacía una mujer enferma, su madre. Le sirvió él té que llevaba en una bandeja de plata pero antes de dárselo vio como derramaba unas gotas de un líquido de un color extraño. Nunca había visto algo así pero supuso que era medicina. Entonces apareció el horrible esposo de la enferma, había observado como su hijastra vertía el líquido  de aquel frasco. Comenzó a gritarla, vociferó que la acababa de descubrir, sabía lo que estaba haciendo, que estaba matando a su madre con veneno. El joven caballero espera ver la reacción de la joven, pero ella no se movía. De repente se comenzó a reír, era una risa siniestra, de alguien que parecía no tener sentimientos. “ya está muerta” dijo.

   Otro escalofrió. Volvió a estar en el mismo sitio que antes. No podía creerse lo que había visto. Estaba amaneciendo, el fantasma de la chica se dirigió a fuera. Cuando salió tras ella


vio como poco a poco iba desapareciendo, había descubierto la verdad de lo que ocurrió hace décadas, aunque no fuera lo que él esperaba. Había devuelto el recuerdo a aquella chica y ahora desaparecía. Justo antes de que se dejara de apreciar su rostro su expresión cambio a una de un dolor extremo y cuando apenas le quedaban unos segundos pronuncio sus últimas palabras “gracias, lo merecía” y se introdujo en la tierra.

    El hombre no daba crédito a nada de lo que había visto esos dos días en esa mansión. Comenzó a caminar lejos de esa sitio, en su trayecto no hizo más que pensar en lo  vivido. Cuando llego al pueblo más cercano ya no era él, la locura le había consumido. Intento que alguien del pueblo le creyera pero no fue así. Fue encerrado en lugar para personas que habían perdido la cabeza, así como él y paso el resto de sus días sufriendo escalofríos día y noche, como si ella todavía estuviera justo alado suya.


  



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