martes, 23 de agosto de 2016

I CERTAMEN DE RELATOS DE TERROR-2000 ROMÁNTICOS: CONDENA DE INCONSCIENCIA (SEMI-FINALISTA)



SEMI-FINALISTA

                                                                                         CARLOS CASTAÑO
                                                                            4º E.S.O./  B

CONDENA DE INCONSCIENCIA

Unas millas al sur de Londres, se levantaba un pequeño pueblo de campesinos. Era un pueblo pequeño y desestructurado, con calles estrechas e irregulares. Una alta torre se alzaba en medio de la plaza del pueblo. Era en esta plaza donde la gente solía concentrarse y era allí donde se celebraban los principales eventos del pueblo.  En una casa de las más viejas, vivían Frederic y Cameron, dos hermanos con  trece años de vida que llegaron al mundo a la vez. Frederic era algo más alto y fuerte, de tez muy pálida, tenía el pelo rubio y largo hasta los hombros; era inquieto y le costaba mucho obedecer las normas. Cameron era ligeramente más moreno de piel, su pelo era castaño y lo tenía mucho más corto que su hermano, era patoso pero a diferencia de su hermano destacaba por su inteligencia.
Vivian con sus padres. Darren, un hombre alto, moreno y fuerte pero a la vez muy compasivo, tenía my buena relación con sus hijos. Era un campesino muy humilde a pesar de que su situación había mejorado progresivamente en los últimos años debido a la drástica disminución de población campesina que venía produciendo desde hacía cien años por la fuerte epidemia de la peste negra. Gaea era su esposa y madre de los niños, una mujer fina, de rasgos muy marcados, con un pelo rubio y largo. Para sus hijos simbolizaba una autentica bruja; fuera de su casa era la madre más amable del pueblo, pero cuando nadie los veía les gritaba y pegaba utilizando cualquiera de sus actos como una excusa para castigarlos.
Como todos los domingos a mediodía en casa de Darren y Gaea, Frederic y Cameron pidieron a sus padres salir a jugar al campo hasta que la comida estuviese servida, y estos tras asegurarse de que habían concluido sus tareas les dejaron marchar.
Ese día, a pesar de  que lo tenían prohibido, los chicos decidieron ir a un viejo castillo en ruinas no muy lejos del pueblo, que fue destruido un par de décadas atrás durante la Guerra de los Cien Años. Ahora casi no se podía distinguir si era realmente un castillo.
Darren estaba muy nervioso, hacia horas que sus hijos se habían marchado de la casa y no había vuelto a tener noticias sobre ellos. Había salido en su búsqueda junto con muchos hombres y mujeres del pueblo. Él estaba buscando por un pequeño barranco producido por un rio que discurría desde más allá del bosque y se prolongaba hasta perderse por el este. Se temía lo peor, de pronto apareció un chico corriendo y gritando, en cuanto consiguió oír que habían visto a Cameron salió corriendo junto a él. Al llegar al viejo castillo vio una gran multitud al pie de una de las almenas, algunas mujeres lloraban desconsoladas y las caras de los hombres no dejaban lugar a duda. De pronto le faltaba el aire, empezó a abrirse paso entre las personas empujándolos y apartándolos como podía. Al llegar al punto que todos estaban mirando, vio a su mujer llorando junto al cuerpo de Cameron, inerte, tendido sobre el suelo con un gran golpe en la cabeza.
No entendía nada. Esa mañana todo parecía normal. Pero ahora, ya de noche, su hijo Cameron había muerto al caer de una almena según decía la gente del pueblo porque Frederic, cegado por la envidia que le tenía a su hermano, le había empujado desde lo alto de la torre y luego había huido a el bosque que se extendía hacia el oeste atormentado por la culpa. Era cierto que discutían y se peleaban en ocasiones, pero aun así tenían una buena relación. Quizá hubiese sucedido algo en el pueblo que el desconociese. Y si Frederic también estaba muerto pero no habían encontrado su cuerpo. Tampoco podía fiarse de los vecinos del pueblo, que podían saber ellos acerca de sus hijos si no hacían más que hablar de cualquiera del pueblo a sus espaldas. No sabía si se sentía enfadado con las personas del pueblo o si estaba enfadado consigo mismo. No estaba seguro de si realmente estaba enfadado o confuso. No podía aguantarlo más. Se levantó de la silla y dejo a su mujer, que ya parecía haber asumido que sus hijos estaban muertos, sola en la cocina de su vieja casa y se encamino al castillo.
La luna iluminaba el viejo castillo y hacia surgir sombras alargadas y siniestras. Ahora no parecía el mismo lugar de antes. Tan solo quedaban pequeñas manchas de sangre en algunas rocas cercanas al lugar de la caída del cuerpo. Subió a la almena y se asomó, sin duda una caída desde esa altura podía resultar fatal. Los recuerdos de sus hijos empezaron a brotar en su cabeza. Estaba comenzando a marearse, tanto que estuvo a punto de caerse por el mismo lugar por el que su hijo horas antes pudo haber caído. Volvió a la realidad, tenía que aclarar todo lo que había sucedido. Empezó a buscar el cuerpo de su hijo desaparecido, pero no encontró nada. Pensó volver al pueblo pero con ello seguiría teniendo la incertidumbre de que había pasado realmente.
La luna había alcanzado ya su punto más alto e iluminaba con tanta fuerza que Darren era capaz de ver el camino que seguía. Había abandonado el castillo tras una exhausta búsqueda y se dirigía al bosque en el cual según decían los vecinos se encontraba Frederic escondido.
Apenas quedaban un par de horas para que el sol saliese y Darren no había visto a nadie desde que salió del pueblo esa noche. Se estaba dando cuenta de que con lo amplio que era el bosque era muy improbable que encontrase a su hijo si es que de verdad estaba allí. Levanto la cabeza al oír trinar a un pájaro y al hacerlo vio en una rama una figura oscura. Solo distinguía una cara, con unos ojos enormes y cansados que lo observaban con detenimiento. En su cara la expresión del miedo se fundía con la de la alegría y la desconfianza, estaba llena de barro y heridas. Sin duda era su hijo Frederic. Darren no sabía qué hacer, de pronto vislumbro a su hijo Cameron muerto, estaba cansado y enfurecido y al ver así a su hijo, con ese aspecto de salvaje, se convenció de que era él quien había matado a Cameron empujándolo desde lo alto de la almena. Encolerizado intentó coger a su hijo subiendo al árbol, pero este mucho más ágil descendió y echó a correr hacia el interior del bosque. Darren fue tras él, pero estaba muy oscuro. Cuando se dio cuenta había caído al suelo por una mala pisada y ya no era capaz de ver el cuerpo de su hijo corriendo. Se levantó a duras penas. Asumió que era imposible alcanzar a Frederic en ese momento.
Los rayos del sol asomaban por el horizonte en unas horas un nuevo día habría comenzado. Darren estaba regresando del bosque. No podía quitarse de la cabeza el pensamiento de que quizá se hubiese equivocado. Era posible que no fuese Frederic el que mato a Cameron. No estaba seguro de que era lo que realmente había sucedido en la muerte de Cameron y lo único que quería en esos momentos era tumbarse en la cama y dormir hasta que todo hubiese vuelto a la normalidad.
Los días siguientes fueron extraños en el pueblo, el entierro de Cameron y el hecho de no tener noticias de Frederic crearon un ambiente de inseguridad y miedo en el pueblo. Darren decidió no contarle a nadie lo ocurrido la noche en que salió solo al bosque. Había empezado a creer que no habían empujado a Cameron y que su hijo habría huido lejos del bosque tras saber que ni tan siquiera su padre lo creía inocente. Apenas salía de casa y se había vuelto sombrío y solitario. Ya no era el mismo de antes.
Había pasado ya una semana y media desde que se realizó el entierro de Cameron en el pueblo. Todo parecía haber vuelto a la normalidad y la gente estaba más tranquila. Entro Gaea abriendo la puerta de la casa bruscamente para encontrarse con Charlotte y Darren hablando y con un tono de asco informo a los otros de que habían visto a Frederic en el bosque. Gaea culpaba totalmente a Frederic de la muerte de su otro hijo. Volvió a la plaza para reunirse con sus vecinos, estaba a punto de salir un grupo en busca de Frederic, pero Darren no estaba allí.
Estaba solo en la planta baja de su casa. Gaea esperaba junto a otras mujeres a que regresasen con el niño. Se abrió la puerta y Darren alzo la cabeza. Se encontró con el rostro de su hijo desaparecido. Su aspecto era aún peor y más siniestro que la última vez que lo vio en el bosque. Darren sentía compasión y miedo a la vez. El niño se acercó más y empezó a hablar.
-Padre…
-¿Fuiste tú quien mato a Cameron?- Le corto secamente sin estar muy seguro de cómo actuar.
-Pero padre…
-¿Fuiste tú?- Le repitió gritando aún más que antes.
-Fue mientras estábamos en el castillo, no sé qué…
Antes de terminar de hablar un palo se partió en la cabeza del niño haciéndole caer al suelo. Era Gaea, que había visto a su hijo entrar en su casa desde la calle.
Tras ser juzgado por los vecinos del pueblo y el párroco, Frederic había sido condenado a muerte. A la mañana siguiente se lo llevarían a Londres y allí lo ajusticiarían. Darren, que no pudo terminar de hablar con su hijo estaba desesperado. Nunca podría conocer que ocurrió realmente. Por mucho que lo intento no pudo hablar con él antes de que se lo llevasen.
 Sus dos hijos habían muerto, uno hacia dos semanas y otro ese mismo día debían haberlo ejecutado antes del atardecer. Empezó a pensar que no tenía que estar en aquel pueblo rodeado de gente despreciable y con una mujer tan seca y fría. Debía de haber algún lugar al que realmente perteneciera. Esta era la única idea que tenía clara en su cabeza desde hacía dos semanas. Se levantó de su cama, cogió ropa y una bolsa con algo de comida. Salió de su casa y emprendió su camino, intentando olvidar todo lo que había vivido para empezar una nueva vida.

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